Recordando a Río // Lembrando Río

Para este mismo periodo, pero en el año 2014 estaba en Río de Janeiro estudiando Jornalismo, era mi primer viaje por fuera de Colombia, y aunque en un principio tenía miedo, Brasil disipó esos temores y los convirtió en una experiencia que recuerdo con gran afecto porque me dejó enseñanzas, amigos de diferentes partes del mundo y hasta una nueva lengua, el portugués.

Cuando comenzó mi viaje iba feliz, estaba estrenando una maleta que me regaló mi mamá con los ahorros de una alcancía, también había comprado algunos abrigos pues me habían dicho que llegaría en invierno. Mi primera escala fue en Sao Paulo, allí le dije adiós al español, muy pocas personas lo hablaban, y yo, a dudas penas daba el saludo en la lengua extranjera, lo que me preocupaba, pues yo iba a terminar mi carrera profesional y ni siquiera sabía el idioma, “que locura la que yo cometí”, era lo único que podía pensar en ese momento.

Mi preocupación seguía, durante el vuelo que me llevaría a la ciudad maravillosa, como también es conocido Río de Janeiro, intenté aprender un poco de portugués con diferentes aplicativos móviles, aunque aparentemente es muy parecido al español, algunas palabras cambian completamente.

Ya en Río y mientras iba a mi nueva casa en el taxi vi el emblemático Maracaná, alcancé a divisar el famoso Pan de azúcar, pero fueron los brazos del Corcovado o Cristo Redentor lo que en realidad me hizo sentir en Brasil, sumándole a eso un bossa-nova que el taxista escuchaba. . 

En un principio llegué a Copacabana, tenía la playa a una cuadra, sentía la brisa fresca del mar cada noche acompañada de un olor diferente, y pensaba, “quizá así huele Rio de Janeiro”.  

Durante toda mi estadía tuve clases de portugués, pero fue María mi mejor profesora, ella era la empleada de la casa a donde llegué a vivir, cada mañana me enseñaba nuevas palabras mientras desayunábamos juntos, ella me llevaba a misa, pues decía que así podía afinar el oído. Lamentablemente María estuvo conmigo solo un mes, porque yo decidí irme a vivir a una favela con unos 12 extranjeros más.

En vidigal estuve viviendo en un lugar conocido como “casa dos micos” (casa de los micos), allí vivían franceses, americanos y mexicanos, está ubicada en la parte más alta de la favela, para llegar a casa tenía que subir por lo menos unos 500 escalones, también podía pagar moto o combi, yo prefería caminar.

En casa teníamos la mejor vista de Rio de Janeiro, nuestros vecinos eran los micos, quienes cada mañana llegaban a robarse la comida, uno de mis roomites rugía como un león para espantarlos.

Con el tiempo el portugués dejó de ser una preocupación para convertirse en un gusto, pues me encantaba practicarlo, y más aún con la gente de la comunidad, como también son llamadas las favelas en Río, que, aunque sí tienen sus problemas de inseguridad, no son tan peligrosas como las pintan en las noticias.

Mi vida como estudiante de intercambio académico en Brasil ha sido una de las mejores experiencias que he tenido, en mi memoria aún tengo el sabor del Açaí, de un  agua de coco en Ipanema, la energía de una fiesta en Lapa con una caipirinha o simplemente  una botella de cachaça, aún recuerdo los atardeceres en el posto 7, lugar de encuentro con mis amigos, recuerdo también las largas caminatas para llegar a los morros de la ciudad y nunca olvido el sonido de la samba que bailaban las garotas en las fiestas de la favela.

Quizá algún día vuelva a Río, a reencontrarme con el que abraza a todos, con el que no duerme, con el que cada noche se viste de un color diferente, con el corcovado.


Río de Janeiro, muito obrigado. 

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