El gran secreto del COLPARDO
Aún recuerdo el año 2003, tenía 11 años cuando me dieron la
noticia que terminaría mi primaria en el Colegio Enrique Pardo Farelo, el sueño
de llegar a esa institución se había adelantado un año. Junto con mis
compañeros despedimos la escuela y nos mudamos de casa, nos sentíamos extraños
entre los más grandes, pero no se nos borraba del rostro esa felicidad que
tuvimos desde el primer momento en que nos dijeron “bienvenidos a la familia
pardista”.
Una frase que aún guardo en el corazón y que me sigue dando
felicidad, haber pasado por esa casa del saber es uno de los regalos más
grandes que me ha dado la vida, y aunque quizá la educación en los pueblos va a
un ritmo menos acelerado al de la ciudad, nunca los colegios de las capitales
del país tendrán lo que el Colpardo ofrece, ese es su gran secreto.
Hoy los tejidos sociales se han ido rompiendo, poco a poco
los estudiantes se vuelven más individualistas, el contacto personal es cada
vez menor por la llegada de la tecnología, los compañeros de clase solo
interactúan en el aula porque cuando suena el timbre todos cogen sus rutas y se
van a direcciones diferentes y se vuelven a ver solo hasta el siguiente día,
eso ocurre en la ciudad, en el Colpardo no.
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Allá cuando sonaba el timbre que indicaba que la jornada
académica había terminado mis compañeros de clase y yo salíamos juntos,
caminábamos a pleno rayo del sol, buscando la sombra sin perdernos de la
conversación que cada día era diferente. Cada vez que alguien se iba quedando
en el camino le recodábamos: “Nos vemos a las 2 de la tarde en la casa para
hacer la tarea”, es decir, nuestras relaciones con los compañeros no se
limitaban al salón de clase, sino que trascendían a la calle, a la vida
cotidiana, al corazón.
Ese es el gran secreto del Colegio Enrique Pardo Farelo, que
no solo forma estudiantes en calidad académica, sino que nos permite conocer a
los amigos de la vida, aquellos que con el pasar del tiempo siguen marcados en
el alma y en la memoria.
Y lo digo desde mi testimonio, soy promoción 2009, han
pasado 10 años desde que nos graduamos y desde entonces la amistad con mis
amigos sigue intacta, las sonrisas francas, los chistes flojos y hasta las
peleas propias del salón de clase se siguen manteniendo cada vez que nos
encontramos.
Como dijo la pedagoga Gabriela Mistral, “se debe enseñar en
el aula de clase, pero también en el patio del recreo”, y eso es el Colegio
Enrique Pardo Farelo, y por eso hoy solo tengo palabras de agradecimiento para
la institución que un día me abrió las puertas, y nunca las cerró, porque
mientras en mi memoria y en la de mis amigos guardemos los recuerdos del paso
por el colegio, el Colpardo seguirá vivo en nuestros corazones.
Felices 60 años y larga vida.
Juan Jacobo Lozano Carvajalino.
Gracias Juan Jacobo por tu excelente artículo sobre nuestra amada Institución Educativa "Enrique Pardo Farelo"- 60 Años Haciendo Historia en la Comunidad Carmelitana. Bendiciones!!!!
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