LA BICI, RÍO DE JANEIRO Y YO


Tan pronto llegué a estudiar a Río de Janeiro comencé a indagar por las rutas que me servían para ir de la casa a la universidad, en mi búsqueda encontré un sistema que se llama BikeRio, para ese entonces, año 2014, costaba 10 reales el mes, algo así como 10 mil pesos colombianos, con los que te prestaban una bicicleta para movilizarte por toda la ciudad. 


Sin pensarlo dos veces pagué los 10 reales y me fui a la estación de bicicletas más cercana, cogí la mía y me subí en ella. En ese momento sentí un dejavú, que me transportó a unos 10 años atrás, cuando me regalaron por primera vez una bicicleta como regalo de cumpleaños y de 24 de diciembre. 

Con Google Maps a la mano, y mis pies bien firmes sobre los pedales, comencé a andar por Río de Janeiro, preguntando con mi portugués a media lengua, dónde quedaba la PUC, la universidad en la que iba a cursar unas materias de periodismo. 

Después de pedalear unos 45 minutos aproximadamente, pude llegar a mi destino. Una vez me aprendí la ruta, me movía en bicicleta como pes en el agua por todas las principales calles de la ciudad. 

Andar en bicicleta se convirtió en una actividad diaria que disfrutaba al máximo, sobre todo por los paisajes con los que me encontraba, no todos los días se pedalea por las playas de Copacabana e Ipanema, con la brisa fresca de la mañana y el sonido de las olas del mar, o los atardeceres que me hacían detener y bajarme del caballito de acero cuando regresaba a casa. 

Y comparto estos recuerdos porque hoy es el Día Mundial de la Bicicleta, un medio de transporte que entre otros beneficios, contribuye al desarrollo sostenible, fomenta la salud y previene enfermedades. 

Volveré a Río de Janeiro y seguramente volveré a pagar los reales que sean necesarios para alquilar una de estas bicicletas naranjadas, con las que conocí la Cidade Maravilhosa que hoje guardo em meu coração… 

Uma vez máis, Obrigado Río de Janeiro.

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